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IDUS DE MARZO

IDUS DE MARZO
Ayer fueron los Idus de marzo. Otros años maquinaba extrañas celebraciones desde las Kalendas, pero se me había olvidado por completo. Fue Miguel Mena quien llamó al Museo buscando algún especialista para que entrase en antena y explicase el origen etimológico de la expresión Guárdate de los Idus. Le puse en contacto con mis superiores y así quedó la cosa. Por la tarde estuve contemplando el Calendario republicano de Ancio y me acordé de mi visita al escenario de la muerte de César. En un solar, abandonado en medio del urbanismo caótico de Roma, Silvia y yo nos pegamos un buen rato fotografiando gatos callejeros que posaban entre los fustes de columnas devastadas por el tiempo. Se habían adueñado de los templos cercanos al lugar donde Bruto asestó la duodécima puñalada al hombre que vacío de poder a la República. Los felinos con su ronroneo parecían explicar, como si fuesen guías, la historia del advenimiento del imperio romano y con sus ojos nos pedían que les echásemos algo de comer.
Los hechos se desarrollaron de la siguiente manera. La noche del 14 al 15 de marzo Calpurnia, la esposa de César, tuvo malos presagios y al amanecer rogó a su marido que no fuera al Senado. Tanto insistió que César estuvo a punto de hacerle caso, pero uno de los conjurados llegó y le convenció para que no diera crédito a las "supersticiones de mujer". César salió hacia la Curia de Pompeyo, lugar donde se reunía el Senado.

Al llegar a la plaza de la Curia César vió a un adivino que días antes le había profetizado "César, guárdate de los idus de marzo". César, siempre guasón, se acercó a él y de dijo "Ya han llegado los idus". "Si, César -respondió el adivino-. Pero aún no han terminado..." Un hombre se acercó y le entregó un pergamino. "¡Léelo, César -le gritó-. Léelo antes de entrar en la Curia". Era una lista detallada de todos los conjurados, pero César no tuvo tiempo de leerlo y entró en la Curia con el rollo en la mano. En ese momento, uno de los conjurados se llevó fuera a Marco Antonio con el pretexto de contarle algo importante. Así quitaban de enmedio al único que hubiera podido defenderle.

Otro de los conjurados se arrojó a los pies de César suplicando que perdonara a su hermano desterrado.

- Tu hermano ha sido hallado culpable y ha sido desterrado por sus delitos -contestó César.

El conjurado agarró la toga trabea de César asiéndola con firmeza para impedirle moverse.

- ¿Qué haces? -replicó César- ¡Estás utilizando la violencia!

En ese momento otro de los conjurados se acercó por detrás a César y le clavó su puñal en la espalda. César se volvió y se defendió clavándole el stilo que llevaba para escribir en el brazo al traidor, pero cayeron sobre él los demás conjurados apuñalándole. César aún tuvo fuerzas para empujarlos, pero los carniceros se lanzaron sobre él apuñalándolo con saña. Entonces, cubierto de heridas, desangrándose, Cayo Julio César se irguió con dignidad, se colocó la túnica para que al caer cubriera sus piernas y, siguiendo una milenaria costumbre, se cubrió la cabeza con la toga para no tener que ver el rostro de sus asesinos que volvieron a lanzarse sobre él apuñalándole hasta que cayó muerto a los pies de la estatua de Pompeyo Magno que presidía la Curia del teatro de Pompeyo.

Ayer se cumplieron 2050 años de su muerte, al igual que tambíen este año, tras la irrupción de Cuatro, se conmemorará el fallecimiento de la esposa de Lucio Voreno y la alegría esporádica de Tito Pullo 

1 comentario

ana -

me ha gustado