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MI 75 ANIVERSARIO DEL ZARAGOZA

MI 75 ANIVERSARIO DEL ZARAGOZA

La mejor reflexión que he oído nunca sobre los mitos deportivos la escuche en una película independiente norteamericana. La protagonista acompañaba a una antigua estrella del beisbol a que firmase cromos, en los que aparecía cuando todavía estaba en activo. La chica, que odiaba el deporte y consideraba al exjugador como un prepopente insoportable, se quedaba impresionada del brillo de los ojos y de la expresión de felicidad de aquellos que conseguían el autógrafo del que había sido su ídolo. De vuelta a casa, por la noche, se daba cuenta de lo que significaba el exjugador para los que les gustaba el deporte; sobretodo para los que habían compartido su infancia y adolescencia con la carrera profesional del bateador. Lo que significaba eran los sueños y las ilusiones de cuando se era joven. Las tardes de triunfos en las que todavía pensaban  que se iban a comer el mundo. El tiempo en que la realidad y el deseo parecían compartir pista de baile. Los jugadores representaban las ilusiones que no llegaron a cumplirse, pero también las que sí.

Con el Zaragoza me pasa lo mismo. Hablar de Cedrún, Señor, Güerri, Casajús, Vitaller, Irazusta, Esnaider, Pardeza e Higuera. Ruben Sosa, Mateut, Poyet, Rambert, la "bruja" Berti, Aguado, Belsué y el gol de Nayim es volver a todas esas tardes de domingo en la que no pasaba nada. Tardes de domingo en las que el lunes  tenía un significado distinto al lunes de los adultos. Tardes de goles y del reseco de la paella. Tardes de ir con mi padre a la Romareda y alquilar almohadillas por un duro. Tardes de pensar que  una quiniela, que todavía se hacía con papel de calco, nos iba a sacar de merendar chorizo de Pamplona para comprarnos una casa en el Paseo Sagasta. Todo eso es el Zaragoza, mi Zaragoza.

La fotografía que aparece se trata de una alineación del Zaragoza de categorías inferiores en las que aparece mi padre, agachado, bajo un portero que le debía sacar una cabeza. La primera vez que vi esta fotografía fue en la tienda de electrodomésticos Español. Un jueves lardero fui a mirar televisores para mi primer piso. Los hermanos Español me reconocieron y me preguntaron si había visto a mi padre con la camiseta del Zaragoza. Tuve que comprarles la televisión más grande que tenían.

Con motivo del 75 aniversario mi madre, mi hermana y yo estuvimos rebuscando en los cajones de una estantería caoba para ver si hallábamos la imagen. No la encontramos. A los días vino mi madre con una pequeña fotografía arrugada tomada por Calvo Pedrós. En el reverso aparece la dirección de su estudio fotográfico Opo. tte. Ortiz de zárate, 3-2º dcha. Le pedí a mi madre que reconociese a los jugadores, "Al que agarra tu padre es Nando Molinos y el que está a su lado es Carlos Rojo. este es Español y del resto no me sé los nombres"

Tras ver la fotografía hay una cosa que no me explico, si mi padre jugo en el Zaragoza cómo es que yo soy tan malo. Ya podría haber heredado su regate y su disparo en vez de sus orejas. 

5 comentarios

jcuartero -

Lo vi en su día y reconocí tu voz. Nos vemos

Chorche -

Si miras user=dolenost en Youtube verás mi necrológica de Calvo Pedrós ;) Nos vemos este finde, coma, pues.

jcuartero -

Nunca me llevaré un Laureus.

Aclaración: el comentario de Tausiet viene a razón de un Haiku japonés del que hablamos mientras comíamos la semana pasada. El Haiku explica que la vida es como un libro. El texto se escribe hasta los treinta años y el resto son las notas a pie de página. Cuando lo escuché, me pareció la frase de un oráculo que me advertía que todo lo que iba a vivir iba a ser comparado con los años anteriores a la treintena. Ya se sabe las comparaciones son odiosas (Tuve un profesor de latín, al que aprecio mucho, que hizo una tesis sobre las comparativas y comenzó su defensa a tribunal con esta frase hecha)

Anónimo -

Jejeje, reconoce que el talento deportivo lo ha heredado tu querida hermana.

tausiet -

Impresionante. Van a tener razón los japoneses con su teoría del libro...