EL SÉPTIMO SELLO DE JORGE VALDANO.
Uno de los primeros, por no decir que el primer recuerdo que tengo del mundo del fútbol es un par de cromos de jugadores del zaragoza, la imagen de Amarilla y la de Jorge Valdano. Todavía vienen a mi memoria alguna de las tardes de domingo, que mi padre me colaba en la Romareda para sentarnos muy apretados en las gradas de hormigón refractario. Los asientos marcados con gruesas líneas de pinturas se hallaban muy calientes por el sol que deslumbraba en los fondos del estadio. A mi lo que me gustaba era cuando el locutor anunciaba a Valdano y Amarilla.
El fin de semana, el exjugador (excromo) sufrió un accidente de helicóptero cuando sobrevolaba por tierras mejicanas. Ha sobrevivido y sus lesiones no son tan terribles como se pudiera esperar cuando uno se cae desde el cielo polucionado de DF. Es una noticia estupenda que apostilla otra más antigua. Me refiero al incendio del hotel Corona de Aragón en julio de 1979. Durante el verano, el Zaragoza decidió reforzar su equipo con la incorporación de dos jugadores provinientes del Alavés, Badiola y el propio Valdano. La noche previa a la firma del contrato ambos jugadores debían pernoctar en Zaragoza, pero por desavenencias con la directiva del club vitoriano Valdano optó por acudir directamente a la firma del acuerdo. Esa noche se produjo el trágico suceso del incendio del hotel, que acabó con la vida de 78 personas y con 113 heridos de diversa consideración. Badiola que sí que hizo noche en el edificio de la avda Cesaragusta quedó afectado por lo sucedido, tanto que se dice que condicionó su carrera deportiva (quizá por eso no me acuerde de su cromo). A los años un hombre se acercó al argentino y le comentó que un familiar suyo había perecido en el incendio y que ocupaba una habitación reservada a nombre de un tal Valdano.
Sin duda, Jorge es un tipo afortunado que se parece al caballero del Séptimo sello de Bergmann, pero en este caso la partida no se juega sobre un tablero de ajedrez, sino sobre uno de Subbuteo. A la muerte, vestida de negro, le entró miedo escénico y cayó derrotada ante un maestro de la estrategia sobre un rectángulo de esmeralda
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