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EL OTRO PROYECTO GOYA, CINCO. CÓMO NO LAS FIGURITAS DE LLADRÓ

EL OTRO PROYECTO GOYA, CINCO. CÓMO NO LAS FIGURITAS DE LLADRÓ
Creo que les he tenido manía a las figuritas de Lladró desde que tengo uso de razón. La mayoría de las personas de mi generación tienen padres que un día se casaron. A su vez los padres tienen parientes a los que invitaron a su boda y alguno de los primos o tíos segundos les regaló una fugura de porcelana de Lladró. En casa de mis padres tres caolines pastoriles servían de sujetalibros en las estanterías del salón. Dos muestran piques y escorchones, a modo de heridas de guerra, causadas por mi poca pericia en el dominio del balón (si es que no se puede jugar al CAI Zaragoza de los hermanos Arcega en casa). La única pieza que sobrevivía con dignidad en los anaqueles de caoba sucumbió en la reforma que hizo mi madre el año pasado. Un pintor de brocha gorda, quizá un iconoclasta, destrozó una pastorcilla sentada sobre un tronco, que se diseminó en un sinfín de fragmentos como si fuese mercurio de un termómetro roto.
La firma valenciana de cerámica sacó al mercado, hace ya unos cuantos años, una serie denominada Goyescas inspirada en el universo visual de Goya; afortunadamente ya está descatalogada. En Ebay todavía se encuentran ejemplares a precios elevados, sobretodo de coleccionistas estadounidenses. De hecho es en EEUU donde Lladró ha alcanzado su mayor éxito en la consideración popular.
El otro día en Madrid  me paré con Silvia en el escaparate de la tienda Lladró de Gran Vía. Mientras miraba el escaparate estaba pensando en que pieza cargarme.
#La imagen corresponde a una de esas mujeres vinculadas a Goya, aunque yo no veo demasiado parecido.   

5 comentarios

ana lucia ahumada alaniz -

requiero un oryecto de un terreno 6 por 35 un una sona lomita

jcuartero -

Queremos que Lladró saque una edición limitada dedicada al Trío Panamá. Prometo no romperla

Yo no he sido -

Yo también las odiaba, en mi casa teníamos dos sutiles bailarinas de clásico encaramadas en lo alto del armario del salón, con gesto nostálgico y tutú. Ambas fallecieron entre mis manos, sin que hubiera pegamento capaz de devolverles la vida. Sin embargo pasado el tiempo las recuerdo con cariño, quizá apreciando ahora su fragilidad y flagelado sin duda por el peso de la culpa. Probablemente influya el que mi subconsciente las pueda estar relacionando, a modo de freudiana metáfora, con la fragilidad de los bailarines del extinto Ballet de Zaragoza, que cada poco tiempo aparecen por el Torreón con cara de nostalgia no se sabe muy bien a qué.

jcuartero -

Alguna de las fuguritas de la casa de mi madre también fue arreglada con pegamento. nosotros usábamos Superglue, pero como no éramos muy manitas acabábamos con las yemas de los dedos llenas de la película molestísima de cola ultrarápida

Ängeles -

En casa teníamos una figurita "niña con trenzas y cestita" ataviada a la manera del XIX , a mi madre le encantaba, pero tenía cuatro hijas a cual más movida y la pegó con Supergen encima del radiador de la entrada de casa. La "niña" en cuestión servía para colgar de ella las carteras del colegio y creo que aunque sus trenzas desparecieron todavía existe, eso si en alguna estantería de mi casa materna. Ahora mi madre ya es muy mayor, 82 y la figurita ha aguantado el paso del tiempo. Yo no soporto las figuritas de Lladró ni regalaría ninguna. Un saludo. Ángeles