EL GUARDIA CIVIL QUE CUSTODIABA UN BEATO
Una de las cosas positivas que traía el mes de febrero era el frío, pero el cambio climático no respeta ni las vacaciones de invierno. Otros años, Silvia y Yo, disfrutábamos de los paisajes nevados de Villanúa, de sus tejados inclinados de pizarra y de las rampas del Somport todavía heladas a primera hora de la mañana. La semana pasada nos dirigimos también al Norte desde donde se puede ver la silueta de las montañas las noches de luna llena.
Las piedras derrumbadas del túnel de Vielha nos recondujeron a la Seu d´Urgell, en este viejo enclave pirenaico conocimos a un personaje muy peculiar. Un aragonés emigrado de un pequeño pueblecito al lado de Daroca, un Guardia Civil reconvertido en agente de seguridad del Museo Diocesano de la Seu. La pieza más valiosa del museo es un ejemplar del Beato de Liébana, códice con unas bellísimas miniaturas que ilustran el Apocalipsis de San Juan. Siempre es edificante ver las imágenes del Fin del Mundo encerradas en una vitrina blindada. El hombre, que rondaba los sesenta y conservaba poco pelo, nos saludó de una manera aséptica sin demasiado afecto. Nos puso un audiovisual lleno de ángeles que se peleaban con criaturas demoníacas de colores chillones y tornedas con el trazo naif del Románico. Nada parecía indicar la facilidad de palabra de este señor. Al rato de pulular por las salas llegó una familia francesa que estaba alojada con nosotros en el Parador, para no tener que atenderles el Guardia Civil prefirió darnos conversación
-¿De dónde sois?
-De Zaragoza
-Pues si somos de lamisma tierra. Yo de un pueblecico al lado de Daroca. Ya me habría vuelto a vivir a Zaragoza o a Huesca, pero las faldas me trajeron aquí y aqí me he quedado. ¿Qué carrera tenéis?
El hombre, de una manera errónea, daba por hecho que para ir a ver Beatos medievales hay que tener cinco años de formación universitaria. Mi título de licenciado en Filosofía y Letras no le impresionó,si hasta una compañera suya del cuartelillo había estudiado Historia, sin embargo cuando Silvia le dijo que era médico pediatra le cogió el brazo y no se lo soltó en un buen rato. A partir de ese momento se refería a ella como Doctora, ¿Verdad, Doctora? El del campo de Daroca tenía una memoria prodigiosa, nos recitó de memoria los lugares en los que se encontraban las veinticinco copias conservadas del Beato de Liébana. Lo hacía de Carrerilla como si fuese la alineación del Zaragoza que le metió seis al Madrid hace poco más de un año. Nos comentó diversos aspectos del Románico de la zona, pero sobre todo nos ilustró de lo suyo, la seguridad. Nos contó, con pelos y señales, los detalles del robo del códice que custodiaba el museo a mediados de los noventa. "Tres individuos. Dos de Tarragona, carne de cárcel, y un francés rociaron con un spray a la chica de la recepción del Museo; si llego a estar yo aquí, me matan o los mato". Se notaba por su palabras que es lo que hubiese deseado, no que lo mataran sino estar allí para recuperar las hojas de pergamino. Hablaba con la nostalgia de quien sabe que sus días de acción han acabado. Ya no irá a atrapar, a la carrera, a los contrabandistas, que cargados con veinte kilos de mercancia a la espalda, cruzaban las montañas andorranas a diez kilómetros de La Seu. "Ahora los contrabandistas, ya no son lo que eran, cruzan la frontera en coche". Yo por el contario respiraba tranquilo por si al día siguiente compraba algo en Andorra que tuviese que pasar de manera ilegal a través de la aduana. Tenía pinta de haber sido implacable con los estraperlistas aunque hubiesen sido de Zaragoza.
P.D. Gracias a Blogia y a Agustín por haber recuperado mis post de Febrero. El esfuerzo que hacéis merece una recompensa o el nombre de una calle en Valdespartera.
P.D.2 Luis Antonio Alarcón (Toni) ha inugurado un blog que resulta imprescindible para todo aquel que sienta que el cine es parte de su vida. Lleva el título de Cinegoza y lo podréis encontrar entre mis enlaces.
P.D.3 L.M. Ortego me manda un correo explicándome que la fotografía de Ariza queinmortalizó Cartier Bresson ha sido remata por 14000$ en Christie´s Nueva York. Nuestros 70€ no fueron suficientes.
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