ALIVIO
Alivio doloroso, pero alivio al fin y al cabo. El descenso del domingo constató lo que sabíamos desde hacía ya demasiadas semanas, aunque no lo atrevíamos a reconocer. Hemos vivido/sufrido la lenta agonía de una enfermedad que tenía muy mala pinta desde que Garitano abandonó el barco tras el partido contra el Murcia. Al finalizar el partido no sentía tristeza, era alivio por la conclusión de una temporada que resume, para bien y para mal, la esencia de un club que es capaz de bajar a segunda el año que todos esperábamos jugar la Champions. Ser como somos no nos hace ni mejores ni peores, sólo nos hace ser aficionados del Zaragoza.
Ayer volví a Zaragoza cuarenta días después. Llovía y el agua dificulultaba el acceso a la ciudad por los alrededores de las obras de la Expo. La lluvia remarcaba el sentimiento de fracaso deportivo que se encarnaba en el frío y la humedad. Después de descargar en casa el equipaje (y demás artilugios de bebé) para tres semanas fuimos al Centro Comercial Augusta para realizar la compra semanal. Llegamos a la hora de comer, así que antes de sumergirnos en el fabuloso mundo de los hipermercados decidimos entrar en el Wok de la planta baja. Unos chinos con el gorro de cocinero preparaban los platos sin mediar palabra. Al fondo, en la lejanía, una pantalla de plasma dejaba escapar las imágenes de un telediario al que le quedaban pocos minutos de emisión. Desde el domingo había intentado no leer la prensa, ni ver las noticias deportivas; pero al levantar la vista me topé con un resumen de los jugadores del Zaragoza llorando en el centro del campo del Ono Estadi. Seguí la conversación con Silvia mientras miraba de reojo al televisor. El reportaje sobre la catástrofe se alargaba, de manera que tuve que girar la cabeza para evitarlo. La giro y me encuentro con DP (Darren Phillip) el pivot del CAI. DP no llevaba puesta su cinta roja con cristales de Strass, pero iba vestido como cabe esperar de un americano que se gana la vida con el baloncesto. Sonreía y perecía feliz. Me pareció todo tan metafórico, el jugador alto, simpático, cercano, que come en los restaurantes de simples mortales y se toma dos latas de Sprite antes de ir a que le hagan un wok; sin embargo los jugadores del Zaragoza empequeñecidos en una pantalla colgada a cuatro metros del suelo, cabizbajos bajo la lluvia mallorquina. La metáfora era tan evidente respecto al equipo de fútbol, que no me la creí. El próximo día que pase por la tienda de Gran Vía del Real Zaragoza le compraré a Marina un chupete con el escudo del león. Me va a ser difícil explicarle por qué su padre es del Zaragoza, pero cuando lo pregunte de aquí a unos años le responderé que cómo no se va a ser de un equipo que es capaz de bajar a segunda cuando todo el mundo apuesta por él para jugar la Champions y le contaré aunque sea difícil de creer que esa temporada lo único que sentí al terminar fue alivio, doloroso pero alivio.
PD. Si queréis ligar en un restaurante asiático, id con un carrito de bebé. Cuando Silvia se levantó a que le hicieran un wok de brócoli y cangrejo, tres camareras chinas se acercaron a ver a Marina y me preguntaron cómo se llamaba. El nombre de Marina les sonaba a chino, o mejor dicho no les sonaba a chino y me pidieron que les aclarase si era niño o niña. Permanecieron mirándola e incluso tocándola hasta que volvió Silvia, momento en el que se dispersaron
#La imagen me ha aparecido escribiendo en google imágenes, catástrofe futbolística
5 comentarios
jcuartero -
Santi, lo de los nombres aragoneses a los chinos les iba a costar entenderlo; aunque como maestros de la imitación no tienen precio, aprenden rápido excepto los alumos que tuve en el Codef "Yxe Yang, ¿hijo o hija?"
SantIP -
No se preocupe, señor Cuartero, mi padre es del Zaragoza "de toda la vida", y siempre ha dicho que, lo único que le haría "borrarse", es que trajeran a Clemente de entrenador.
Manuel Cerdá -
jcuartero -
Lonia -
Ya vale que estemos en segunda, pero esto... !es una aberración!