Blogia
jcuartero no está disponible

CHERNUBLO DE MONEGROS

CHERNUBLO DE MONEGROS

La semana pasada estuve en el rastrillo Aragón de la fundación Ozanam. Como todo los años aproveché para comprar libros de temática aragonesa. Son varias las instituciones públicas que colaboran con la cesión de parte de sus fondos catalográficos. Una vez hecha la selección de títulos que me iba a llevar a casa, entre los que destacaban la edición faccsimil del Madoz de la Provincia de Hueca y una primera edición española de la continuación de La Historia de San Michele del sueco Axel Munthe, daba la casualidad que me costaban 29€. Pagué 30€y la mujer que me atendió cogió una moneda de Euro. -Quédeselo, señora. Me da igual que no me lo devuelva-. La vendedora se empeño en que me llevase cuatro libros de la colección CAI 100 para redondear el precio de mis adquisiciones. 

Uno de esos cuatro libros es Roldán en Zaragoza (nada que ver con el ex-director de la Guardia Civil) de Carlos Alvar. En el se analiza por un lado el Poema épico, que transcurre en Zaragoza, en el que Roldán les da hasta en el Carné de Identidad a los malosos musulmanes que dirigían Medina Albaida, y todo por coquetear con Brasilimonda la mujer del Rey infiel, aunque para infiel la susodicha. Por otro lado Carlos Alvar desmenuza el otro gran poema épico en  el que Roldán desempeña una función esencial: La chanson de Roldán. En la Chanson aparece un personaje peculiar de nombre poco afortunado, Chernublo de Monegros. Se trata del Rey Musulmán de los Monegros, quien sufre la misma suerte que los doce pares de Francia, es decir la palma. Cada vez que recuerdo el nombre de Chernublo  lo asocio mentalmente al nuevo monarca del desierto monegrino que no es otro que el propietario del centro de ocio de Tardienta, con sus camellos, sus paseos en cosechadora y su infame pájaro Uyuyuy (verdadero Dragón a lo Mad Max que da más pena que el de San Jorge). Su palacio es un hotel-cueva con aire acondicionado de última generación.

 Los tiempos de Carolingios y Sarracenos pasaron a la Historia, pero el desierto siempre estará ahí impidiéndonos ver la cara oculta de la duna. 

0 comentarios