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LO QUE PUEDE CAMBIAR LA VIDA EN TRES SEGUNDOS

El lunes por la tarde quedé con unos amigos para jugar al baloncesto en el Centro Deportivo Municipal La Granja. Alquilamos las pistas exteriores, nunca hemos sido unos aristócratas de pabellón. Somos los únicos que debemos alquilarlas. Hay una sola cancha y siempre la hemos tenido libre. Se puede decir que es como si fuese nuestra. Incluso hace un año protestamos por la falta de protecciones en los pies de la canasta. Llegaron a forrarla de una lona protectora que sirvió de poco. Cada vez acudimos un menos número de jugadores, no por falta de ganas, sino por lesiones. Queremos demostrarnos que no estamos tan mayores como aparentamos, luego pasa lo que pasa, y eso que calentamos. Tras acabar uno de los peores partidos que hemos jugado en mucho tiempo, se puede jugar mal sin necesidad de utilizar el rombo, nos tomamos unas cervezas. Somos de la vieja escuela, de la que no cree en los efectos beneficiosos del Aqyuarius. Hablamos de la final de las Olimpiadas de Munich en 1972. Ninguno de nosotros había nacido, Yo tenía menos tres años, pero la considerábamos como el final y la final más espectacular de la Historia del Baloncesto.

Lo políticamente correcto especifica que el deporte y la política no deberían juntarse nunca y quizá sea así, pero cuando se mezclan es fascinante. A quién no le hubiese gistado jugar en el equipo de los aliados en Evasión o victoria . Un ejemplo que es todavía más cinematográfico que la película de John Huston es la final de Baloncesto de Munich 72, aunque este es real. Relataría lo ocurrido pero mejor voy a reproducir las palabras de Edwin Kako Vázquez que tiene un fascinate blog titulado El Historiador deportivo.

Munich 72 será siempre bien recordada por el escándalo que se escenificó en la gran final de baloncesto entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Era una sorpresa que los soviéticos dominaran el marcador durante todo el encuentro, por 6 puntos en la primera parte (21-26) y por 8 cuando faltaban más de 6 minutos para terminar el encuentro. Uffff, entonces vino la reacción de los estadounidenses que pusieron en la delantera por primera vez en el marcador faltando 3 segundos de juego. Doug Collins interceptó un pase del gigante Aleksandar Belov y recibió falta de Sakandelidze colando los dos tantos para irse Estados Unidos (50-49).

Los soviéticos pusieron el balón en juego, pero éste se detuvo dos segundos después, hay que recordar que sólo quedaba ya un segundo y a instancias del dirigente de la URSS Vladimir Kondrashin, quien reclamaba que había solicitado un tiempo muerto tras el primer tiro libre de Collins y no después del segundo, que fue cuando sonó la bocina, cuando ya no podía hacerlo.

Tanto los árbitros, el brasileño Righetto y el búlgaro Arabadjan, como el comisario de mesa, el francés Chopard, eran de opinión de que sólo debía jugarse un segundo. Efectivamente, sacaron los soviéticos, se perdió el balón fuera de la banda y los estadounidenses, al oir la bocina que ellos creían que era la del final del partido cuando en realidad estaba advirtiendo que el juego se había detenido, empezaron a celebrar su nueva conquista de la medalla de oro. Pero estaban en un error, un error histórico.

El británico William R. Jones que era secretario general de la FIBA, donde mandaba con brazo de hierro, acudió hasta la mesa para intervenir personalmente y ordenar la repetición de los tres últimos segundos. Mientras Hank Iba, dirigente estadounidense y todos los jugadores seguían convencidos de que la victoria era suya por que los soviéticos no tenían tiempo de modificar el marcador.

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Kondrashin trajo a juego a Iván Edeshko, gran pasador, con la consigna de que al reanudarse el partido lanzara un pase largo hacia su compañero Aleksandar Belov, que se situó a unos cuantos metros de la canasta americana. Edeshko sacó fuerte el balón directamente a Belov, quien tuvo tiempo de recibir la pelota en el aire, picarla en el piso y, tras eludir el intento defensivo de los únicos jugadores estadounidenses que intentaron reaccionar, Forbes y Joyce, la dejó cómodamente en el aro.

Era el 50 y 51 que sellaba la primera derrota olímpica del baloncesto estadounidense. Los americanos preeentaron una protesta oficial y para colmo de males, a Hank Iba le robaron 370 dólares del bolsillo mientras la firmaba. El partido había comenzado a las doce menos cuarto de la noche para que los Estados Unidos pudieran ver el juego por sus televisores.

El comité de apelación rechazó la protesta estadounidense y dijo que el resultado era válido. De los cinco componentes votaron a favor de Estados Unidos, un italiano, un puertorriqueño, en contra, un polaco, un cubano y el presidente del comité hungaro Sepp. El hecho de que los tres votos que dieron por buena la victoria soviética fueran los otros tantos ciudadanos del bloque comunista contribuyó exacerbar los entimientos nacionales tanto de los aficionados como de los miembros del equipo de Estados Unidos.

Para colomo los integrantes del combinado estadounidense decidieron no presentarse a la ceremonia de entrega de medallas y no recoger la de plata que les correspondía. También amenazaron con no volver a jugar un torneo olímpico, cosa que no se ha cumplido y sus medallas de plata se encuentran en una caja fuerte de un banco de Lausana esperando que pasen a recogerla

 

6 comentarios

jcuartero -

Comprendo que los jugadores no acudiesen a la ceremonia, pero a nivel institucional las tensiones se pasan con los años. Con respecto a lo del atraco todo depende del momento en el que se solicitase el tiempo muerto. Si el entrenador de la URSS lo pidió durante los tiros libres de USA o después. Si lo pidió entre el primero y el segundo, la decisión la FIBA fue correcta, sino fue un atraco descomunal

Blinky -

Os extrañais de que los yankis no fueran a la entrega de medallas? Qué hubierais hecho vosotros depués de semejante atraco?

jcuartero -

No cantes victoria muy rápido que el fenómeno vintage también llegará al baloncesto. Volverán las oscuras muñequeras y las cintas para el pelo rizado. Los bigotes de tachenko son un caso aparte. En fin que los pantalones megacortos tendrán sus nuevos días de gloria. Yo llevaré de los que tapan más chicha que no me quedan tan mal.

Javier -

Los jugadores del vídeo me recuerdan tremendamente a Borat. Agradezco muchísimo que las modas hayan dejado los pantalones de deporte para chicos casi un palmo más largos que los que se llevaban entonces.

jcuartero -

la política utiliza todo aquello que tiene al alcance de la mano. Esperemos estar fuera de su radio de acción. Un saludo

FEMOES -

Desconocía esta historia, pero me parece espectacular. La política siempre está presente en el político, es un escaparte demasiado poderoso para que el poder no lo utilize. Me parece muy fuerte el echo de que no se presentaran a recoger las medallas ni en la inauguración, ni posteriormente. Una historia sorprendente que me servirá para amenizar alguna tertulia entre amigos. Un saludo