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Lo que dijo el trueno

La distancia más corta entre la pobreza y la miseria es dedicarse a trabajar elaborando contenidos para páginas web. Ese era el modo de ganarme la vida. La naturaleza de lo que tenía que escribir era de lo más peregrino. Unos días debía rellenar dos mil caracteres sobre tractores para una fería de maquinaria agrícola, otros explayarme sobre recursos turísticos de localidades costeras diseñadas con criterios estéticos y urbanísticos que podrían juzgarse en tribunales internacionales del buen gusto; de vez en cuando me topaba con algún contenido interesante. Hace un par de semanas tuve que escribir sobre “El chemin Stevenson”, una ruta en burro por los parajes exuberantes de un parque natural francés del Macizo Central, que recorría los mismos senderos por los que transitó Stevenson con una burra llamada Modestine para intentar olvidar el amor que sentía por Fanny Osbourne. Ayer recibí un correo electrónico de una de las últimas revistas cinematográficas del país, la gente de cierta edad sigue yendo al cine por inercia, pero hace tiempo que dejó de comprar publicaciones especializadas sobre el séptimo arte. Me pedían que realizase una sinopsis de la versión cinematográfica que dirigióTruffaut de Farenheit 451. Nada de corta y pega de alguna crítica, ni tampoco una traducción patatera de algún texto anglosajón. Debía elaborar un contenido original, que con bastante probabilidad sí que sería plagiado y pirateado en otras páginas web, o en blogs sobre Bradbury y otros escritores de ciencia-ficción americana de los 50. Pagaban igual de mal, o peor, que los demás encargos que debía elaborar los próximos días; así que no tenía demasiadas ganas de perder mucho tiempo en finalizar las mil quinientas palabras que me exigían. En primer lugar debía volver a ver la película. Hacía casi veinte años que la había visto en la vieja sala de una Filmoteca de provincias de entrada gratuita y butacas desvencijadas, con una moqueta desgastada de color gris ceniza, a la que acudían varios indigentes para dormitar calientes entre películas de Herzog y de Pasolini. Para acelerar el proceso decidí visionar Farenheit 451 en el propio ordenador en un enlace de Filmin, pero como por desgracia el tiempo es dinero, decidí imprimirle una velocidad ligeramente superior a la nornal. Comencé la película a 1,5X, los diálogos eran inteligibles. Se distorsionaban un poco, pero se entendían las dudas del bombero Guy Montag y los grados a los que ardían los libros, que traducidos a nuetra escala centígrada son 232,8ºC. Decidí ponerla un poco más rápido, al fin y al cabo, ya la había visto y me había leído la novela en una edición barata de bolsillo. Aceleré el ritmo de reproducción a 2X. Las imágenes continuaban guardando una secuencia fácil de comprender, aunque los diálogos habáin perdido la coherencia de los cauces de comunicación normalizados. La impaciencia me hizo aumentar a 4X. Su argumento y diálogos solo se podían seguir de una menera parcial y sesgada. Antes de llegar a la mitad de película, me decanté por comenzar a redactar el texto que me habían encargado. Dejé abierto en segundo plano la reproducción de la película a 4X, a la que no presaba ninguna atención. De repente, cuando estaba desarrollando la relación entre Montag y Clarisse, pude escuchar alto y nítido del sonido que producía la película: “No debe publicarse Después de la roja luz de las antorchas. Deténgalo, por favor. Hay mucho más en juego de lo que se cree”. Acto seguido continuaba el fluir amorfo de unos diálogos indescrifrables por su alta velocidad. Me extrañó mucho, dejé de escribir y volví a poner en primer plano la película de Truffaut. Vi seis o siete minutos a la velocidad normal de reproducción, pero no se percibía ninguna alusión a“Después de la roja luz de las antorchas”. Por el contrario aceleré la reproducción a 4X y de nuevo se pudo escuchar: No debe publicarse “Después de la roja luz de las antorchas”. Deténgalo, por favor. Hay mucho más en juego de lo que se creen”.

Algo estaba pasando. No sabía de qué se trataba, pero no era normal. Tenía la pinta de un mensaje subliminal, como el de las leyendas urbanas de los discos heavies de los años ochenta con mensajes satánicos que incitaban al suicidio colectivo y otras zarandajas. Daba la casualidad que Después de la roja luz de las antorchas era el título de la última novela, todavía no publicada, de Javier Marías. Hacía referencia al verso inicial del último capítulo de La Tierra Baldía de Eliot. Al igual que varias de las novelas de Marías la historia se desarrollaba en un campus británico y su protagonista era un joven profesor que se dedicaba a investigar sobre libros quemados por heréticos, al que su mismo departamento en el que trabaja quiere expulsar por el contenido políticamente poco correcto de uno de sus trabajos académicos. Quedan un par de meses para que Alfaguara publique la novela. No sé quién pudo dejar un mensaje en 1966 en el doblaje español de una película de Truffaut, audible a cuatro veces la velocidad nomal de reproducción, alertando contra una novela de Javier Marías que todavía no ha visto la luz editorial. Quién sabe si es una casualidad explicable por un algoritmo de sonidos que desconozco o es una señal que pueda evitar algún daño mayor. Una tragedia que quizá me marque para el resto de las noches en las que no pueda conciliar el sueño. No tengo ni idea, pero no voy a hacer nada. Por algo mi segundo apellido es Bartleby.

Una estaua en la arena

Tras ocho años de travesía en el desierto, me he encontrado sin querer con mi propio blog. Ya había olvidado su existencia. Os confieso que en una época de mi vida este espacio tenía mucha importancia. Haciendo una búsqueda inconexa de Google, ha aparecido como la respuesta mejor posicionada un post que escribí en 2007. Mi yo de hace diez años sabía lo que necesitaba encontrar hoy en día. He aquí una prueba ciéntifica del eterno retorno. Me ha costado reconocerme una década después. Al abrir el blog he experimentado algo semejante a lo que sintió Charlton Heston en "El planeta de los simios" cuando se encontró con la antorcha de la Estatua de la Libertad semi enterrada en la arena de las dunas del tiempo. Sólo que ahora sé dos cosas, una: que en la novela original lo que ve el protagonista es la Torre Eiffel, porque su autor es francés, Pierre Boulle, el mismo que escribió "El puente sobre el río Kwai" y dos: La estutua de la libertad que contemplaría yo en un futuro imperfecto, sería la que diseñó Ponzano para el Panteón de los hombres ilustres de Madrid, que es la que influyó a Bartholdi

MARINA Y EL MULÁ OMAR

MARINA Y EL MULÁ OMAR

Marina ha descubierto  la capacidad para desplazarse por si misma en vehículos de juguete. Tiene un correpasillos al que denomina “moto”.Cada vez que sus padres intentan echarle una bronca por alguna trastada que ha cometido, como tocar el tambor con los mandos de la tele, esconder los móviles debajo del sofá, chupar los altavoces del Home Cinema y un largo etcétera de sabandijadas; se monta en su “moto” y huye por el pasillo sin mirar hacia atrás. Actúa igual que el Mulá Omar, Marina también tiene  cierta debilidad por la destrucción, aunque al menos cuando se ha cargado algo viene con la prueba del delito entre las manos y nos dice “roto”.   

EL HOMBRE QUE MURIÓ DOS VECES

EL HOMBRE QUE MURIÓ DOS VECES

El jueves leí la necrológica de Philip José Farmer en el País y el viernes en el Heraldo, aunque en ambas indicaban el mismo día de fallecimiento. Desde hacía unas cuantas semanas había visto un libro suyo de segunda mano en el escaparate de una tienda de Cáritas. Se trataba de uno de los volúmenes del Mundo Río que había leído en mi adolescencia. Al enterarme de su muerte decidí hacerle un pequeño homenaje póstumo, aunque los homenajes literarios es mejor realizarlos con autores vivos para que puedan seguir dedicándose a escribir, pero es tan difícil escaparse a los tópicos.

A la serie del Mundo Río, con la que Philip José Farmer ganó un premio Hugo en 1972, le tengo bastante cariño. No recuerdo quién me la recomendó, pero sí recuerdo que compré el primer volumen en la desaparecida librería que tenían los hermanos Pérez en el Tubo. El libro estaba medio escondido en una estantería sobre el suelo de madera que chirriaba bajo los pasos de los clientes que iban a cambiar novelas y leer tebeos con las portadas desgastadas.

El argumento del Mundo Río me parecía fascinante. Un día se despiertan todos los seres humanos que poblaron la faz de la Tierra. Deben sobrevivir en un entorno hostil atravesado por un único río que es tan caudaloso como las obsesiones. Farmer elige a varios personajes históricos como protagonistas a Richard Francis Burton, a Juan “sin tierra”, Mark Twain, Hermann Goering o la niña que inspiró Alicia en el País de las maravillas entre otros. Gracias a esta novela conocí a Burton, al que comencé a profesarle admiración, se convirtió en mi ídolo junto a Pardeza e Higuera, o mejor dicho lo fue hasta que leí el diario que escribió en su búsqueda de las Fuentes del  Nilo. Un ídolo con pies de limo que se derrumbaba con el agua del Lago Victoria. Hay pocas cosas tan descorazonadoras como adentrarse en los escritos de un caballero inglés de la Royal Geographic Society del S. XIX, aunque tradujese las Mil y una noche y el Kama Sutra. Con los años fui rehabilitando su figura hasta me compré la biografía que publico Siruela de tropecientas mil páginas. Se la dejé a un compañero de trabajo que se quedó fascinado con la figura broncínea de unas sacerdotisas prostitutas de la India. A mí lo que me parecía más sorprendente era su capacidad de disfraz y transformación, un verdadero precursor de Lon Chaney.

Philip José Farmer se murió en el Heraldo un día más tarde que en el País, cuando se despierte en el Mundo Río espero que se encuentre con humanos variopintos y remonte el río que nos lleva, el río lineal, escrito o no, que erosiona los paisajes y los recuerdos.

#La imagen corresponde a un pintor finalizando un retrato de Richard Francis Burton

PORTEROS DEL ESTE

PORTEROS DEL ESTE

Cuando era pequeño y escuchaba la expresión "porteros del Este", pensaba en Rinat Dassaev y sus pantalones largos de chándal (en Rusia debía hacer demasiado frío para ponerse los pantalones Adidas de principio de los ochenta). Hoy en día, cuando escucho la expresión "portero del Este" pienso en discotecas y garitos de los que han conseguido una licencia que les permite abrir hasta las cinco de la mañana y cobrar los Gin-Tonic a nueve euros. Me imaginaba tipos rudos vestidos con prendas oscuras de talla XXL, que hablan marcando las eses y poseen una mirada expeditiva que es casi imposible mantener. Dos hechos han humanizado mi concepto de los profesionales de la seguridad del Este, uno de ellos es el trato exquisito que dispenso uno de los porteros del Plata a un señor que intentaba salir del establecimiento con un vaso de tubo. Le habló con más educación, respeto y paciencia que lo suelen hacer mis jefes con sus subordinados, y eso que el portero no sabía que quien sacaba la consumición era uno de los actores del Teatro Principal que en la época de Rinat Dassaev había interpretado al padre de Tito y Bea en Verano Azul. Los porteros del Este no ven Cine de Barrio, pero son muy educados.

El segundo de los contactos fue mucho más duradero y enriquecedor. Durante el verano, un Guardia de Seguridad rumano estuvo sustituyendo a mi compañero de trabajo. La primera impresión entraba dentro del parámetro de los tópicos sobre "porteros del Este". Medía cerca del metro ochenta y pesaba 136 kilos. Ropa negra y gafas de sol que sólo se retiraba en  interiores. En manga corta lucía tatuajes de tinta verde, entre ellos el del nombre de un hermano que se murió cuando era adolescente. Su padre era húngaro y había crecido en un pueblo de diez mil habitantes en Transilvania. A priori como vigilante de sala en un Museo impresionaba, a no ser que se tratase de un centro de interpretación de la Stasi. Trabajaríamos juntos un par de semanas y ahora que estoy de excedencia es uno de los compañeros que echo de menos. Bajo un aspecto amenazador se camuflaba un buen tío al que las cosas no le estaban saliendo tan bien como quería. En los quince días que coincidimos le hice gestiones para cambiarse de casa, comprar un coche, grabarle películas de dibujos animados para sus hijos, denunciar al que le había vendido el coche por fraude y diseñar una pecera que iba a fabricar un amigo suyo cristalero para su hijo mayor, sólo nos faltó pescar los peces y agarrar al visitante del Museo que le robó sus gafas de sol. ¿Quién es capaz de robar unas gafas de sol a un rumano que pesa 136 kilos? Lo del peso lo explicaba con una naturalidad de club de la comedia. "Yo era deportista. Practicaba lucha grecorromana,¿Tú sabes? incluso gané una medalla tercera. Mi mujer se hartó de los campeonatos y me dijo, el deporte o yo. Me quedé con mi mujer y ahora ella me dice que estoy gordo. Yo le digo tu me dijiste nada de deportes".

Ahora cuando escucho la expresión "porteros del Este" ya no pienso en Dassaev 

TROMPE L´OEIL

TROMPE L´OEIL

En el año 2003 estuve de vacaciones en Túnez. Formaba parte de uno de esos viajes organizados que a priori no tienen encanto alguno. Por las mañanas se visitaban los hitos turísticos del país, al atardecer se descansaba en hoteles de cinco estrellas, en los que los camareros llevaban chaqueta y pajarita pese a los cuarenta grados de tiranía del sol africano.  En el restaurante de uno de estos hoteles, que parecía un barco encallado en medio del desierto, coincidí con lo que se denominaba como la Noche Española. Los cocineros iban disfrazados como toreros trasnochados y las camareras con vestidos de lunares y volantes sobre zuecos negros. Los platos mostraban una imagen exterior impecable, (no tenía ninguna intención de probarlos, si estaba en el extranjero prefería degustar la gastronomía local) las tortillas de patata parecían académicas y la paella tenía un aspecto levantino que no desentonaría en la Malvarrosa. Uno de mis acompañantes, cansado de las especias tunecinas, llenó su plato con los alimentos folclóricos. Camino de nuestra mesa sonreía por dentro pensando en las texturas conocidas que iba a saborear. Nos sentamos, se llevó el tenedor a la boca y sacó la comida de la boca con un gesto de decepción absoluta.

El 28 de enero encargué un roscón de San Valero en el exilio, en esta zona de la Ribera se impone el roscón de San Blas. Era demasiado tarde para que tuviese los requisitos de un roscón de verdad. En la pastelería me informaron que con tan poco tiempo me podrían hacer un roscón pero de masa de hojaldre. Acepté resignado, mejor un roscón de pega que un San Valero sin postre ni viento. El día 29 fui a recoger mi encargo, se trataba de un roscón, pero no era el de San Valero. Reconozco que al verlo me decepcionó, una capa de almendras laminadas coronaba el hojaldre, no había azúcar glasé por encima. Hasta eché de menos las frutas escarchadas, que normalmente no me como y envuelvo con la servilleta de papel para tirarlas a la basura. Llegué a casa, abrí el envoltorio y probé el roscón de pega....Estaba bueno 

MATRIMONIO INCUNABLE

MATRIMONIO INCUNABLE

 

 Richard Heber (1773-1833) uno de los mayores bibliómanos de todos los tiempos le propuso matrimonio, pese a ser un homosexual reconocido, a Mrs Richardson Currer ya que poseía una de las pocas copias conservadas del Book of St. Alban, un libro del siglo XV que reunía tres ensayos sobra Caza, Cetrería y Herádica. Su propuesta no fue aceptada. Los matrimonios de conveniencia literaria no son demasiado provechosos, tener tinta china en las venas es poco recomendable, a no ser que se sea deliniante .

#La imagen corresponde a la biblioteca de Miss Richardson Currer

 

EL AMOR EN TIEMPOS DE GUERRA

EL AMOR EN TIEMPOS DE GUERRA

La guerra es una mierda y el amor es el motor del mundo, la combinación de ambos es el argumento de películas, libros, telenovelas y ficciones de lo más variado. Desde la distancia temporal y espacial nos parecen historias inverosímiles, en lo cotidiano es fácil enamorarse y desenamorarse pero en una situación de conflicto bélico la supervivencia lo impregna todo, aunque quizá esa sensación de peligro distorsione nuestros sentimientos. No tengo ninguna intención de experimentarlo.

Un amigo está realizando un estudio de los Taxistas del Marne. La batalla del Marne  se desarrollo en los inicios de la I Guerra Mundial, los taxistas de París se vieron obligados a transportar a los soldados franceses al frente, ante la escasez de vehículos militares. El gobierno requisó parte de la flota de taxis y en otros casos no quedó otro remedio que los propios taxistas  realizasen la carrera más peligrosa de su vida laboral, para que luego se quejen los de las cooperativas por que no les pagan suplemento por ir a la estación de Delicias.   Un convoy de 600  Renault de 8cv en fila india se dirigió hacia el combate. Sería muy interesante escuchar las conversaciones entre chóferes y soldados. Regresaron todos los conductores sanos y salvos, buenos son los taxistas, e incluso el Estado francés pago a posteriori el trayecto.

Le comenté a mi amigo que tenía varias postales antiguas relacionadas con la I Guerra Mundial. Se las busqué y  encontré una de ellas a la que no había prestado casi atención. Es bastante fea, un dibujo poco agraciado de un soldado bigotudo que está recibiendo el último alivio médico en un campo de batalla bajo el atardecer centroeuropeo. Me fijé en ella y la extraje del álbum en el que la tenía guardada. El matasellos indica que se mandó a finales de marzo de 1915 a una señorita de Barcelona que vivía en la calle Balmes. Se encuentra escrita en alemán con una letra bastante clara que no se adorna demasiado, con una letra de tiempo de guerra. Se trata de una carta de amor, de una carta de amor en tiempos de guerra. La traducción poco fiable está basada en  mis escasos conocimientos de alemán y las ayudas del traductor de Mac.

“Mi querida M.T

Su última carta me hizo muy feliz y todavía lo estaré más cuando me envíe su fotografía. Cómo probablemente sabrá bien nuestra situación es bastante triste, hay tantos muertos y se sigue sin perspectivas de una paz temprana. La guerra es terrible, espero como la luz, una vez más, unas pocas líneas de su amor para obtener…. Que pase unas magníficas Pascuas”

Mizri Janda, Viena, Marzo de 1915

Desconozco como pudo acabar la historia de amor, la guerra la perdieron. Todavía le quedaban tres años de sufrimiento bélico. ¿Se sufre más por una guerra o por amor? En la página del INE pude comprobar que en Barcelona viven quince personas que llevan el apellido Janda, cinco de primero y diez de segundo. La próxima vez que viste la ciudad me acercaré a mirar los buzones de la vieja casa de la Calle Balmes., aunque no sé porque pero mis presentimientos no son muy halagüeños por el austro-húngaro que se enamoró en plena guerra mundial de una joven barcelonesa.

NIEVE Y ALTURAS

NIEVE Y ALTURAS

Estaba con Silvia en el hall de un hotel de Logroño tomándonos un vino. Hacíamos tiempo para que viniesen a buscarnos, una chimenea moderna calentaba el espacio de diseño. De repente irrumpieron en la recepción una docena larga de ingleses comenzaron a registrarse y pedir las llaves de sus habitaciones, luego nos enteramos que se trataba del cuerpo técnico y de familiares de la selección británica sub-20 de Hockey sobre hielo, que participaba en una fase previa del campeonato del mundo que se celebraba esos días. Eran las nueve de la noche y nevaba, parecía que el tiempo estaba contratado por la organización del torneo.

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Las relaciones sociales que he hecho en mi exilio se concentran en torno a las barras de los bares. Leía Piedad de Miguel Mena en   la taberna irlandesa en la que me tomo el cortado de media mañana cuando  a uno de los habituales que viste con la chaquetilla del chándal del Numancia le llamaron por teléfono. Separó el móvil unos centímetros  y me dijo “Es el tío de Agapito, el del Zaragoza. Que tengo gran amistad con él”.

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Tuvimos un problema con la calefacción del piso de Zaragoza. El seguro  que tengo contratado es tan básico que se podría decir que es un inseguro del hogar, pese a los pronósticos que hice sobre la no cobertura de la póliza fue todo a las mil maravillas. Uno de los operarios que vino a arreglar el desaguisado de las tuberías de cobre se fijo en un corcho en el que hay sujetas con chinchetas fotos de Marina. Le llamó la atención una fotografía en el que estamos con la familia de mi madre en un hangar del Aeropuerto de Zaragoza vestidos con chalecos reflectantes y aviones de carga al fondo, pensó que Marina había nacido en pleno vuelo y que el parto fue atendido a siete mil metros de altura. Le contesté que fue  más prosaico y seguro, un nacimiento  en tierra, y que menos mal porque sólo vuelo con Ryanair.

TINTA

TINTA

La asociación entre literatura y tinta es indisoluble, pero en algunas personas adquiere una nueva dimensión. Existe una página web dedicada a los literary tatoos. Entre los novelistas elegidos para decorar la piel destaca Palahniuk y entre los poetas Syvia Plath, de la que recientemente he leído un artículo sobre su luna de miel en Benidorm.

#La foto corresponde a un  tatuaje con el motivo de la portada de la primera edición de Farenheit 451, Nueva York 1953.

EXPECTATIVAS

EXPECTATIVAS

 

Me dejé caer por la nueva ubicación del rastro. El rastro de la plaza de toros se llamaba "de la plaza de toros" por razones obvias, no sé como denominar al  nuevo conjunto de puestos de objetos de segunda mano que se sitúa en el aparcamiento de la Expo. Compré por un euro un libro en italiano de 1923 que resultó ser una primera edición de Pirandello, Vestire gli ignudi. No me imaginaba que Pirandello fuese tan viejo. Busqué información en internet sobre la obra de teatro y encontré el anuncio desesperado de una estudiante universitaria que necesitaba el libro con urgencia. Miré la fecha y se trataba de un mensaje de septiembre de 2005. Nadie le había contestado, yo tampoco lo hice. Las cosas que se buscan durante mucho tiempo es mejor no encontrarlas.

 

De camino al rastro se pasa, o por lo menos yo lo hice, por el hotel NH, desde el exterior se aprecia un hall decorado con varias sillas modelo  Barcelona diseñado por Mies Van der Rohe. El ayuntamiento de Zaragoza, con su afición por los asientos caros, también tiene en la casa consistorial unas cuantas. El viernes en Barcelona estaba alojado en un hotel muy cerca del Pabellón de Alemania para el que se creó la silla Barcelona. Me acerqué a verlas y me parecieron más bonitas las del NH.

 

Por motivos de mi excedencia he hecho una reestructuración de mis cuentas bancarias. Tuve que dar mi nuevo número de cuenta en la sección de Personal del Ayuntamiento para que se ingresase mi última nómina. Mis ex compañeros de la Administración pública tuvieron una actuación en su línea y me ingresaron dos nóminas, la mía la de Cuartero Méndez, en mi cuenta vieja  y la de un tal Cuartero Melendo en la cuenta nueva. Hoy por la mañana me han llamado de La Caixa para indicarme que el Ayuntamiento reclama la cantidad de Cuartero Melendo, espero que la haya cobrado ya para irse tranquilo de puente. De todas maneras menos mal que no me apellido Belloc o Buesa, no me gustaría ver sus sueldos.

#La imagen corresponde a María Melato, la actriz que protagonizo el estreno teatral de Vestire gli ignudi

EL AROMA DE LA REPETICIÓN

EL AROMA DE LA REPETICIÓN

 

Dicen que el hombre es un animal de costumbres, incluso una universidad de Boston se molestó en demostrar que las personas tenemos un radio de interacción con el medio muy limitado. Acudimos a los mismos lugares, quedamos con las mismas personas, nos gusta repetir los mismos menús, escuchar la misma música o que nos cuenten la misma historia (aunque tenga título y protagonistas diferentes). Yo no soy ninguna excepción. Vivo de  repeticiones, unas más placenteras que otras, pero todas conservan ese aroma reconocible que hace que nos sintamos cómodos. El sábado regresé al Café de Levante a desayunar Torrijas, allí la repetición huele a canela y a  listones de madera con los que se arman los periódicos, nunca he sabido como se llama ese utensilio. De camino al baño me fijé en una orla de 1965 que correspondía al Primer Curso de Directores Cinematográficos de Aragón. Imitaba las orlas de principios del  siglo XX, los alumnos se habían retratado junto a una cámara y lucían unos bigotes falsos a lo Segundo de Chomón o los hermanos Lumière. En la parte superior del diploma aparecía Buñuel  como alegoría de musa de todos ellos. No se sirven Buñuelonis ni Negronis en la ciudad. Entre los alumnos se encontraban los precursores del  moderno audiovisual aragonés, hoy no tienen bigote; incluso varios están muertos. Uno de los bigotudos se llamaba Fernando Gracia como el crítico cinematográfico del Heraldo, aunque creo que no se trataba de ese Fernando Gracia. Fernando Gracia es un viejo conocido de la familia, de pequeño iba con él y con su hijo a ver películas en cines que ya no existen. Recuerdo que me llevó a ver Piratas de Polanski y nos sacó entradas a los dos para ver el reestreno de una película de Cantinflas, La vuelta al mundo en ochenta días, en los cines Aragón en la sesión en que sólo tres personas bostezábamos en las butacas. Me acordé de él mientras meaba. Por la tarde fui a la Romareda a ver el Zaragoza-Eibar, en el descanso también me meaba. Me levanté de mi localidad y vi a lo lejos a Fernando Gracia. Cuando volví de los baños ya no lo encontré para preguntarle si era el bigotudo de pega de la orla del Café de Levante. Los críticos cinematográficos del Heraldo tienen una capacidad de influencia bestial, los espectadores somos animales de costumbres y nos guiamos por la puntuación que otorgan para ver una película. Nos olvidamos pronto que nuestro gusto no suele coincidir con el suyo. El aroma de la repetición de unas luces que se apagan y los caramelos de eucalipto para amortiguar unas toses molestas.

 

PD El cierzo es un viento de costumbres.  

A LOS NIÑOS DE SIETE MESES NO LES GUSTA EL GRECO

A LOS NIÑOS DE SIETE MESES NO LES GUSTA EL GRECO

 

Madrugar los fines de semana tiene algo de transgresión. Levantarse temprano para ejercer de niñera bajo el cierzo y los descafeinados rayos de sol invernales pierde el matiz subversivo, pero hace que cundan los días como en las novelas de E.M Foster. El tiempo libre de los sábados por la mañana (me refiero a no tener que trabajar) me convierte en un diletante, me afeito mejor, me voy a pasear con Marina y actúo como un pequeño burgués de provincias que desayuna torrijas en el Café de Levante, que por cierto están cojonudas. Hacía días que no me comía una torrija tan buena, mientras intentaba hojear los periódicos y cantaba al mismo tiempo canciones infantiles.

Mis cualidades musicales son nulas pero consiguieron su efecto narcótico, por lo que decidí pasarme por las exposiciones del Paraninfo una sobre Renau y otra sobre el Greco , a mí me apetecía ver la de Renau y el cartelismo. Desistí de bajar donde se exponían los carteles de los años treinta, las escaleras eran muy estrechas y con toda probabilidad despertaría a Marina; así que me dirigí a la exposición del pintor cretense. Para entrar había que pasar por un arco detector de metales, no pitó; pero mi conversación con la guarda de seguridad, que era abuela reciente y estuvo preguntándome sobre Marina, la medio despertó. En ese momento sabía que no debía entrar o si entraba tenía que realizar una visita en plan vuelta rápida de piloto de F1. La sala estaba oscura a efectos de conservación de las pinturas. Al llegar a unos lienzos de unos tipos que parecían apóstoles, no pude leer las cartelas para confirmarlo, Marina comenzó a protestar, saqué un chupete para entretenerla. Abandoné la sala y se calmó. Interpreté que se iba a estar tranquila, así que volví para fijarme en la reproducción del "Entierro del conde Orgaz". Cuando quedaban dos metros para tener una visión buena, Marina se puso a gritar como si le clavasen alfileres. Di media vuelta y me fui. Una pareja de señoras mayores comentaba que tan pequeños no les gusta el Greco, lo que no sabían es que a su padre El Greco no le ha gustado nunca, los únicos rostros distorsionados que me hacían gracia eran los de las películas en Cinemascope.

#La imagen corresponde a una vieja postal de la Puerta del Carmen, junto a la cual se encontraba el entiguo Café de Levante

CLASIFICADOS POR PALABRAS

CLASIFICADOS POR PALABRAS

Las palabras sirven para definir y para clasificar, para decir te quiero o vete a la mierda; aunque a mí me falten para comentar y comprender estos dos anuncios de la prensa gratuita calagurritana. Al leerlos me recordaron a la escena del corto de Ciro Altabás "Made in Japón" en el que el protagonista se reencuentra con su padre japonés al que no entiende cuando habla, en ese momento se da cuenta que tampoco comprende a su padre español cuando se expresa. Aparece la imagen del español toreando con una manta de sofá y utilizando terminos como humillar, manoletinas y doble verónica.

"Se vende podencos de talla chica linea arcabuceros de cazador a cazador padres eléctricos cazando conejo y liebre vacunados y con cartilla sanitaria. También proximamamente manada de podencos manetos seriedad"

"Se vende hurones de cazador a cazador también sirven para mascotas muy dóciles y muy buena línea vacunados y con cartilla sanitaria" (Sic).

#La imagen corresponde a un grabado de una granja en un pueblo llamado Huron en Kansas

 

CALCETINES Y DÍAS DE LA SEMANA

CALCETINES Y DÍAS DE LA SEMANA

Cuarentena de excedencia, hace cuarenta días que dejé de trabajar. Uno de los efectos evidentes es la confusión del día de la semana en que me encuentro, no ayuda  el pack de calcetines que me compré en Primark. Se trata  de  cinco  calcetines  negros con  el día  de  la  semana bordado en inglés de "Monday a Friday", al principio me los ponía de acuerdo al orden real de los días. Comenzaba el lunes con el Monday y terminaba el viernes con el Friday. Mi naturaleza caótica se impuso y hoy que es lunés sólo he encontrado en el cajón de los calcetines el miércoles.

#La imagen representa un grupo de enfermeras tejiendo calcetines para los soldados de la II Guerra Mundial

CARAMELOS

CARAMELOS

 

Hace unos años me tocaba mucho las narices la celebración de Halloween y demás modas importadas del otro lado del Atlántico. Incluso hice boicot durante un año a las películas norteamericanas, lo que supuso contar con los dedos de una mano las veces que fui al cine, además de tragarme varios filmes de Kiewslovsky. Hoy le haría boicot a Kiewslovsky. Me gusta la etimología de la palabra boicot. Se debe al apellido del terrateniente ingles Boycott, que como la mayoría de los terratenientes del S. XIX abusaba de sus dominios. Los granjeros que trabajaban para Boycott se plantaron ante sus condiciones de alquiler y suspendieron todo tipo de actividad económica con él, inmortalizando sin saberlo el apellido del militar inglés.

Volviendo a Halloween, ahora que resido en un municipio de 25000 habitantes viví  en carne mortal  mi primera experiencia del "truco o trato". Ya por la tarde había visto en las calles, que comenzaban a humedecerse por la lluvia que iba a inundar el fin de semana, varias brujas de metro veinte y un par de vampiros de siete años. Preparando la cena sonó el timbre, pensé que serían unos vecinos con vocación de carteros que nos recogen el correo, pero se trataba de tres crías maquilladas con polvos de talco y narices de plástico llenas de verrugas que buscaban caramelos. No somos grandes consumidores de caramelos, tuve que darles unas pastillas para la tos de miel y limón, por lo menos estaban ricas y les habrán venido bien para el frío.

Al día siguiente, bajo la lluvia, camino  uno de los tres puntos de venta del Heraldo de Aragón me fijé en un tipo con pinta de carnicero islámico y su mujer que vestía con un nikab, un pañuelo negro que se parece un burka, pero que sólo cubre hasta la cintura. Esa disfraz da más miedo que los monstruos de Halloween.

·la imagen corresponde al envoltorio de 1932 de unos caramelos norteamericanos

EXILIO Y GIORDANO BRUNO

EXILIO Y GIORDANO BRUNO

 

Llevo veinte días de excedencia laboral por cuidado de hijo menor de tres años a mi cargo y puedo asegurar que la paternidad "full time" es mucho más exigente que la función pública. No creo que esta afirmación sorprenda a nadie, me recuerda a las investigaciones que aparecen de vez en cuando por la prensa que dicen que dormir menos de cuatro horas diarias es perjudicial para la salud, que el abuso de patatas fritas provoca una forma física deplorable o que leer una novela de tirón de César Vidal puede provocar irritabilidad y cambios de humor.

Mi exilio permanente en tierras calagurritanas guarda semejanza con la "teoría de los mundos infinitos" de Giordano Bruno, un mundo en el que Calahorra es una extensión de Zaragoza. Me comporto como si continuase viviendo en Zaragoza, compro el Heraldo, veo Aragón Televisión en Digital + y como ternasco de Pastores. Para mí es como si Calahorra fuese un barrio lo suficientemente alejado de la Plaza España y de Puerta Cinegia para ir al centro sólo los fines de semana.

El sábado, en la Zaragoza real, me acerqué al rastrillo Aragón en la sala Multiusos del Auditorio. Compré varias novelas de Benjamín Jarnés de las publicadas por Guara, un libro de Arnal Cavero y una primera edición de Palabras al viento de Azorín. Pero lo más destacable de la visita a la ciudad fue lo que vi en el Campus y sus alrededores. Dentro del recinto universitario, junto al mítico estanque, dos grupos de niños sentados en corro escuchaban la voz con acento sudamericano de una monitora que les decía "Es obligatorio traer la Biblia y la camiseta. Fijaos en Isaías ha traído la Biblia y la camiseta". Parecía la Academia Infantil de Platón versión Adventistas del Séptimo día, lo que ha cambiado el Campus del sacrosanto botellón a la catequesis. La segunda de las impresiones fuertes me la llevé en el escaparate de la librería médica cercana a Antígona, a parte de las portadas anodinas de los manuales de Radiología y patologías varias se encontraba un esqueleto con bata blanca y fonendoscopio. Me acordé del Dr. Muerte y de la palabra matasanos.

De vuelta a Calahorra con una hora de más en nuestro reloj biológico me quedé dormido, a las once menos cuarto, esperando los comentarios de Pedro Luis Ferrer en la Jornada. Giordano Bruno también se había ido a la cama.

 

CUARTERO VS CUARTERO

CUARTERO VS CUARTERO

Tener hijos tiene dos consecuencias directas, la primera es no actualizar el blog como se habrá podido comprobar a lo largo de estos meses; la segunda es dejar de frecuentar restaurantes chic con platos cuyo nombre excede la media línea de la carta. Las visitas gastronómicas derivan hacia los locales  denominados familiares, que en realidad no son otra cosa que restaurantes en los que regalan globos y  hay otros niños que hacen más ruido que los tuyos. En uno de estos coincidí mesa con mesa con Cuartero , el jugador del Zaragoza, antes de su lesión, así que había una gran densidad de Cuarteros en cinco metros cuadrados. En nuestra mesa una abuela de Marina sacaba el tema predilecto de las abuelas, los parecidos. La palabra Cuartero se repetía como la salsa barbacoa de nuestros platos, los ojos de los Cuartero, la boca de los Cuartero, la nariz de los Cuartero y cuantas partes de la anatomía que uno se pueda imaginar de los Cuartero. Cada vez que mencionaba el apellido me parecía que Cuartero el futbolista, se daba por aludido y miraba de reojo a nuestra mesa; por discrección yo también observaba disimuladamente, aunque estoy convencido que deseaba terminar los postres e irse. No es muy agradable que hablen de uno en la mesa de al lado, o por lo menos que lo parezca.

Al terminar salimos del restaurante con un globo que se deshinchó a los dos días. Marina no se parece mucho a los jugadores del Zaragoza.

A las pocas semanas Cuartero, el futbolista, se lesionó la rodilla de gravedad, quizá no vuelva a competir en la élite deportiva; pero siempre será mi jugador favorito y el único del que me compraría una camiseta. Ánimo

#la imagen corresponde al viejo marcador del campo de Torrero, el Zaragoza tenía una pegada similar al actual equipo de Segunda. Pertenece a la colección particular de Ángel Aznar

RENTRÉE

RENTRÉE

El haber disfrutado de un montón de permisos extraordinarios me había hecho pensar que mis vacaciones iban a ser eternas, por desgracia mi capacidad de vaticinio deja tanto de desear como la de los señores que calculan el IPC a principios de año. Ya no queda nada para que la rutina despliegue su aliento invadiendo el otoño, hay personas que necesitan la rutina como al desodorante. En esta rentrée atípica hay dos cosas que me llenan de inquietud, una pintada en la puerta de casa  "Garci, te amo" y el hecho de tener que cantar "Amar en tiempos revueltos" para apaciguar a Marina cuando se pone a llorar en el coche, sin embargo ya tengo ganas de retomar los viejos hábitos.

HISTORIAS DEL 22, LA HYBRIS DEL LECTOR DE ENCICLOPEDIAS

HISTORIAS DEL 22, LA HYBRIS DEL LECTOR DE ENCICLOPEDIAS

 

El verano me vuelve perezoso, escribo poco y ando menos. El 22 es una caja de sorpresas costumbrista. En la parada intermedia de Conde Aranda se sube una señora china de mediana edad con un centenar de barras de pan metidas en un carro de fabricación casera, una caja de cartón que huele a harina recién horneada. El sábado a las nueve un conductor se rebeló y detuvo el autobús para abroncar  a la distribuidora que utilizaba el transporte público. La china le dejó claro lo que pensaba de él "Tú malo, mu malo, sólo tú problema". tras varios minutos colapsando Conde Aranda, y ante un diálogo de besugos subidos de tono al que se añadían voces de señoras mayores que increpaban a la asiática, continuamos el trayecto. El conductor amenazó con no permitir que se montase de nuevo. El lunes la china repitió la operación con otro chófer que no le dijo ni pío.

otro día se subió un señor con problemas psiquiátricos evidentes. Nos relató a la parte trasera del bus las acciones legales que iba a emprender junto a Belloch contra su cuñado, quien aprovechando que su hermana estaba en Inglaterra le había sacado mil euros de su cuenta corriente, además no era la primera vez que le birlaba pasta que hace unos años le quitó medio millón de pesetas  y sólo le pagó los intereses, a pesar del  intento de condonación de la deuda por la ESPASA. Por un momento me lo imaginé como un Quijote enciclopédico que había perdido la razón por la lectura de diccionario,  víctima de un castigo bíblico para frenar la soberbia humana; las enciclopedias son la torre de Babel con cimientos de tinta. Borges se debió de quedar ciego de tanto leerlos.

Hoy he ido caminando al trabajo

P.D. La lectura de enciclopedia y diccionarios puede ser  perjudicial para su salud , no obstante aquí van mis favoritos para aplicar en pequeñas dosis.

1-Diccionario de Mitos Clásicos de Pierre Grimal 

2-Diccianario de términos artísticos de Fatás y Borrás

3-Diccionario de Tintin de Toni Costa

4-La Espasa

5-Diccionario Vox de Latín, si es posible con las chuletas del uso del Ut escritas a lápiz

6- E. Cobham Brewer 1810–1897. Dictionary of Phrase and Fable. 1898. Sobre esta enciclopedia hablaré otro día, hace alusiones a un castillo fantástico en los aledaños de Zaragoza

7-El dicccionario de la RAE          

#La imagen corresponde a una escena de la película "Bola de fuego", un grupo de redactores de enciclopedias encabezados  por Gary Cooper observan las piernas de Bárbara Stanwick